Entre los diferentes métodos y productos que existen en el mercado para exfoliar la piel, hay uno en concreto que destaca por sus increíbles características, estoy hablando de la esponja exfoliante.
Se trata de un utensilio de belleza muy útil que otorga grandes beneficios a la epidermis, tanto a nivel facial como corporal y como estoy segura de que vale mucho la pena conocerlos, te recomiendo que sigas leyendo.
El ritual de belleza semanal de exfoliación no puede faltar en tu rutina de limpieza, ya que el órgano más grande de nuestro organismo requiere un correcto cuidado para estar siempre en perfecto estado y no sólo me refiero en términos estéticos.
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Es inevitable que un porcentaje de células muertas se queden acumuladas en la superficie de la piel, tras terminar su ciclo vital, convirtiéndose en impurezas y sumándose a la grasa sobrante que la misma expulsa hacia el exterior.
En este grupo también se encuentran las toxinas, los agentes ambientales externos y cualquier deshecho de suciedad que se adhiere en los poros obstruyéndolos, pero gracias a la esponja exfoliante, la epidermis puede volver a su brillo natural y resplandecer sana, limpia y bonita.
Y es que la limpieza, la exfoliación y la hidratación son las 3 acciones imprescindibles para gozar de un tejido dérmico saludable ¿Te gustaría saber cómo la esponja exfoliante interviene en estos tres pasos esenciales del cuidado de la dermis?
Si tu respuesta es SI, te recomiendo que no te pierdas el post de hoy, pues podrás ponerte al día sobre la esponja exfoliante, descubrir para qué sirve, sus diferentes versiones, cómo se usa y qué beneficios aporta, aparte de enseñarte a elaborar tu propia esponja natural, a continuación:
Indice
¿Qué es una esponja exfoliante?
Tiene el cometido principal de eliminar las células muertas, la suciedad, la grasa, los residuos contaminantes del medio ambiente y cualquier resto que se tenga que desechar para destaponar los poros y limpiar exhaustivamente la piel.
Es muy importante este paso dentro de las rutinas de limpieza tanto faciales como corporales, pese a que muchas personas no lo tengan en cuenta e incluso se lo salten en ocasiones.
La gran mayoría están expresamente diseñadas para no dañar la epidermis y ser cuidadosas con todo tipo de pieles, inclusive las más sensibles.
Son muy similares a los guantes exfoliantes y a los cepillos.
¿Qué tipos existen y cuál elijo?
Según el material con el que estén elaboradas y sus respectivas texturas, podemos diferenciar varios tipos. Analicemos cada clase:
Esponjas sintéticas
Hay una gran variedad en el mercado de esta clase de esponjas, pues existen de muchos colores varios, de doble cara e incluso de un sinfín de formas.
Están elaboradas mediante fibras sintéticas que pueden ser más o menos suave según cada ejemplar.
Dentro de todos los tipos de esponjas exfoliantes, este es el más usado por ser el más económico.
No obstante, estamos hablando de una calidad más bien pésima, puesto que a sabiendas que han sido ideadas para todas las condiciones dérmicas, son la excepción que confirma la regla.
Si te decides por una de estas, ten en cuenta de no escoger la de peor calidad, ya que su textura puede ser de fibras muy duras y provocarte algún tipo de rojez o irritación debido a la fricción a la hora de la exfoliación, con más ahínco si tu piel es delicada.
Esponjas de malla
Normalmente tienen forma de borla y poseen amplios pliegues que economizan los productos al transformar unas pocas gotas de gel o crema exfoliante en una espumosa y suave sustancia.
La esponja exfoliante de malla brinda una exfoliación muy amena pero vigorosa, sin rascar en exceso y por lo general, con mucho cuidado para no crear ninguna afección en la epidermis.
Puede ser una muy buena opción, pese a no ser de origen natural.
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Esponjas naturales
Este tipo de esponjas exfoliantes son provenientes de materiales vegetales extraídos directamente de la naturaleza, como la que te vamos a enseñar al final de este artículo proveniente de una planta silvestre cuyo fruto se llama luffa.
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Son las más suaves de todas y decretadas hipoalergénicas, por lo que son aptas para niños, bebés y pieles extremadamente sensibles.
Además de proporcionar una exfoliación maravillosa gracias a su textura (rugosa al tacto, pero muy fina al mojarla), favoreciendo la apertura de los poros, limpiando en profundidad y dando carpetazo a los fatídicos brillos, trata la celulitis de una manera sorprendente.
Su poder anticelulítico lo lleva a cabo a raíz de estimular la circulación sanguínea eficazmente y promover el sistema linfático, entre otras bondades.
Asimismo, está considerada uno de los mejores métodos de exfoliación facial por suprimir satisfactoriamente el sebo sobrante y purificar la tez, sobre todo en las pieles más grasas.
Si buscas una opción natural que funcione eficientemente y que también sea segura para el rostro, esta es tu mejor baza.
Beneficios de la esponja exfoliante
Seguro que por la información que ya te hemos desvelado podrás evidenciar que se trata de una herramienta de cosmética muy beneficiosa, sin embargo, posee otras ventajas que tienes que conocer:
- Suaviza el cutis, eliminando exitosamente las células muertas e impurezas en general.
- Concede una mayor luminosidad.
- Evita la aparición de pelos enquistados, por lo que es muy apropiada para usar antes de la depilación.
- Aminora y combate la temible celulitis, y combinada con un exfoliante natural anticelulítico, los resultados son realmente buenos.
- Retrasa y previene los signos del envejecimiento.
- Si la utilizas tras tomar el sol, mejora el bronceado y lo prolonga por más tiempo.
- Prepara la dermis para que esté lista para absorber con más eficacia los tratamientos posteriores.
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¿Cómo y cuándo la uso?
Normalmente se aconseja realizar de una a dos exfoliaciones semanales para que la dermis se renueve, pero siempre deberás hacerlo con precaución y si tienes la piel muy sensible, alargar el tiempo de descanso entre aplicaciones.
Si este último es tu caso, procura no excederte de las 2 o 3 aplicaciones al mes para no dañar tu epidermis y si lo crees conveniente, consulta con un dermatólogo para que te guíe en tu situación.
Es fundamental usar la esponja exfoliante durante la ducha, para que no se produzcan irritaciones ni empeore el tejido cutáneo.
Los pasos son sencillos:
- Aplica un poco de gel o crema exfoliante en tu esponja.
- Mediante suaves masajes circulares, exfolia todas las zonas que requieras tratar de tu cuerpo y en el caso de la tez, hazlo preferiblemente con una natural y muy suavemente, evitando las áreas próximas a los ojos.
- Pasados unos minutos, enjuágate con abundante agua tibia y cerciórate de eliminar de tu piel cualquier resto de sustancia.
- Para finalizar, sécate con una toalla de algodón y aplícate a continuación una crema hidratante o aceite nutritivo para impedir que se produzca sequedad. ¡y se finí!
Precaución: comprueba que experimentas una sensación agradable durante la exfoliación y si sientes dolor o molestias, plantéate cambiar a una por una más suave. Si el problema persiste, investiga los productos que uses durante las exfoliaciones para que no sean sus ingredientes los que te provoquen complicaciones.
¿Puede provocar efectos adversos?
En teoría, no deberías tener ningún problema con una esponja exfoliante si sigues todas las pautas correctamente.
Lo único que deberás tener en cuenta es que, si frotas con mucha intensidad a velocidad demasiado rápida, puedes perjudicar la dermis debido a la fricción excesiva, por lo que es mejor hacerlo con movimientos más bien calmados y suaves.
Ten presente que no todos los materiales van bien para todas las pieles, mucho menos para las que sufren de alergias, eccemas o casos más graves, y contra más fina sea la esponja, más cuidadosa y segura resultará para ti.
Haz tu propia esponja exfoliante natural
Y por si creías que ya lo sabías todo, te queda aprender a elaborar tu propia esponja vegetal con la célebre fruta llamada luffa.
Antes de nada, voy a darte algunas pinceladas sobre este alimento, pues antes de que existieran las esponjas que hoy en día conocemos, se usaba esta alternativa natural tan eficaz.
La luffa es una fruta perteneciente a la familia de las calabazas, podríamos decir que es una prima de la calabaza convencional y sus orígenes se remontan al año 600 a.C en la antigua China.
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Su cultivo no es difícil y sus semillas se comercializan en herboristerías, pero a menos que tengas un invernadero, en nuestro país sería inviable su supervivencia por el clima (en especial en invierno).
Aunque no te apures porque la luffa también se vende en fruterías o tiendas especializadas.
Las ventajas más destacadas de la esponja de luffa
Además de exfoliar, la esponja de luffa te brinda otros lucros que vale la pena aprovechar:
- Suprime eficazmente las células muertas, la suciedad, la grasa sobrante y además previene el acné, garantizando un aspecto inigualable de la piel.
- No deja restos nocivos en la dermis, tal y como podrían hacer las esponjas sintéticas.
- A diferencia de las sintéticas, no está elaborada con petróleo y al ser un producto extraído de la naturaleza, no perjudica el medio ambiente.
- Previene y aminora la celulitis a raíz de su eficacia activando la circulación y el sistema linfático.
- Es un exitoso relajante muscular.
- Cuando la esponja haya llegado al final de su vida, no la tires, pues puede servir perfectamente como un paño de cocina natural ¡Qué vegetal tan versátil!
Pasos para elaborar tu propia esponja exfoliante vegetal
Ahora sí, llegó la hora de enseñarte las sencillas pautas para crear tu propia esponja natural. Tanto si cultivas tú la luffa como si la compras, el procedimiento es el mismo:
- Deja secar la luffa en un lugar seco y donde no entre el aire ni la humedad.
- Una vez se haya secado, retira la cáscara y quita las semillas del fruto (puedes aprovecharlas para sembrar más frutas)
- Aplasta la luffa con las manos para que quede blandita y ¡ya tienes tu esponja!
¿Ya has probado la esponja exfoliante? Con la guía de compra que te hemos preparado y la receta para que elabores la tuya, lo tienes más que fácil, ya no tienes excusas para no exfoliar tu piel con una de ellas.